La Tortuga mora (Testudo graeca) es un quelonio que raramente llega a los 30 cm de longitud y que habita el Mediterráneo occidental: Noroeste de África (incluida Melilla), islas de Cerdeña, Sicilia y Malta, sur de la Península Italiana, y algunos enclaves, de España: Murcia y Almería, Doñana y una pequeña zona al suroeste de la Isla de Mallorca. Diversos investigadores consideran a esta población diferente a la que se encuentra en Grecia y otros países cercanos, que constituiría una especie diferente, basándose en características morfológicas, ecológicas y etnológicas (Highfleld, 1990).

 

La presencia de las tortugas moras en el sureste ibérico parece muy remota. Así al menos lo atestiguan los restos subfósiles encontrados en la zona, con una antigüedad comprendida entre los 35.000 y 150.000 años, que confirmarían el carácter autóctono de la especie en la zona, contrariamente a lo que ocurre en otros enclaves de nuestra geografía, como ocurre con Mallorca, y también con las islas próximas a Italia, donde parecen haber sido introducidas desde el norte de África.

 

Entre la zona noroeste de la provincia de Almería y el suroeste de la Región de Murcia, dominada por la escasez de precipitaciones en torno a los 200 mm anuales, donde predomina la vegetación estépica, de matorrales y arbustos de pequeño porte, vive la más importante población española de Tortuga mora. El tortuguero de la Granja Escuela que les hemos diseñado (ver foto) reproduce estas condiciones. Se distribuye por un numeroso mosaico de poblaciones aisladas entre sí, como consecuencia de la fragmentación de su hábitat debido a la intensa roturación de tierras y a la construcción de infraestructuras.

 

Las tortugas prefieren las zonas de escasa pendiente y vegetación de pequeño porte, y seleccionan en estos lugares las umbrías. Aunque en algunas zonas llegan a encontrarse densidades que superan las 10 tortugas por hectárea, la media no supera los 5 ejemplares, y en muchos lugares apenas se encuentra un solo ejemplar por hectárea.

Animales ectodermos, las tortugas disminuyen casi totalmente su actividad durante el periodo invernal, que solo interrumpen ocasionalmente los días de mejor tiempo. Abandonan este letargo a finales de Febrero o primero de Marzo, cuando la temperatura llega a unos 20ºC., su actividad aumenta progresivamente con la temperatura.

Las cópulas se inician a finales de Marzo, pero la mayor actividad ocurre a mediados del mes de Abril para ir luego diminuyendo durante el mes de Mayo.

 

A finales de Mayo o primeros de Junio la hembra busca un lugar llano de tierra no muy blanda y abrigado de una planta, más o menos orientada hacia el este. De esta manera los huevos reciben el calor más suave de la mañana y a medio día recibe la sombra que, proporcionan las plantas que los protege. En verano la falta de alimento y el excesivo calor hacen que reduzcan notablemente su actividad a las primeras horas del día y últimas de la tarde, permaneciendo a veces durante muchos días casi completamente inmóviles, cobijadas bajo rocas, arbustos o agujeros abandonados de animales. El cambio de temperatura y las primeras lluvias otoñales devolverá a la actividad a las tortugas.